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¿Engorda la proteína si no haces ejercicio? Descubre lo que dicen los expertos

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La proteína es un nutriente esencial en nuestra alimentación, pero alrededor de su consumo existen muchas dudas y mitos. Una de las preguntas más comunes es qué sucede cuando se ingiere sin acompañarla de actividad física. ¿Tiene algún impacto en el peso? ¿El cuerpo la procesa de manera diferente?

Por qué se aumenta de peso

Uno de los principales efectos de consumir proteína sin hacer ejercicio es el posible aumento de peso. La explicación es simple, según los expertos, cualquier exceso calórico en la dieta, ya sea de proteínas, carbohidratos o grasas, puede almacenarse en el cuerpo como grasa si no se utiliza para obtener energía. El portal Demy advierte que «el consumo excesivo de proteína sin ejercicio puede tener consecuencias negativas en el organismo, como aumento de peso».

Los batidos de proteína suelen contener alrededor de 30 gramos de proteína por porción, lo que representa una parte significativa del requerimiento diario de una persona promedio. Sin embargo, al no generar el gasto calórico suficiente a través del ejercicio, el exceso de calorías puede favorecer el aumento de peso. Además, los suplementos proteicos suelen proporcionar menos saciedad que fuentes naturales de proteína, lo que podría llevar a un mayor consumo de alimentos a lo largo del día.

Consecuencias de consumir más proteinas

El consumo excesivo de proteína también puede generar un desbalance nutricional. Si una gran parte de la ingesta diaria proviene de proteínas, se corre el riesgo de reducir la cantidad de carbohidratos y grasas saludables en la dieta. Esto puede afectar la energía diaria, la función cerebral y la salud en general, ya que el cuerpo necesita un equilibrio de nutrientes para operar de manera óptima. Además, una dieta alta en proteínas podría disminuir la ingesta de fibra, lo que podría provocar problemas digestivos como estreñimiento y una peor salud intestinal.

Impacto en la salud renal y hepática

El exceso de proteína también puede afectar la salud de los riñones y el hígado. Estos órganos se encargan de metabolizar y eliminar los productos de desecho generados por la degradación de las proteínas. Cuando se consumen grandes cantidades de este macronutriente, los riñones trabajan más para eliminar el exceso de nitrógeno en forma de urea, lo que puede ser problemático para personas con enfermedades renales preexistentes. Por otro lado, un alto consumo de proteína podría aumentar la carga de trabajo del hígado, lo que podría derivar en problemas hepáticos a largo plazo, especialmente si la persona no está bien hidratada o tiene un estilo de vida poco saludable.

Proteína en polvo

Mitos y realidades

Es un error pensar que consumir más proteína sin actividad física llevará automáticamente a una mayor masa muscular. Para que los músculos crezcan, se necesita aplicar un estímulo adecuado, es decir, realizar entrenamiento de fuerza. Sin este estímulo, el cuerpo no aprovecha la proteína de manera eficiente para sintetizar músculo, y el exceso puede convertirse en grasa corporal o eliminarse. Otro mito es que la proteína en sí misma engorda. En realidad, lo que contribuye al aumento de peso es el exceso calórico total en la dieta. La proteína puede ser parte de una alimentación equilibrada, pero si se consume en exceso sin una regulación adecuada del resto de la dieta, podría generar acumulación de grasa.

Los beneficios de consumir alimentos con proteína

Consumir alimentos ricos en proteína es fundamental para el buen funcionamiento del organismo. La proteína ayuda a reparar y construir músculos, lo que la hace esencial para personas activas y deportistas. También favorece la saciedad, ayudando a controlar el apetito y evitando el consumo excesivo de calorías. Además, contribuye al mantenimiento de un metabolismo saludable, ya que el cuerpo gasta más energía para digerir proteínas en comparación con otros macronutrientes. Otro beneficio clave es el fortalecimiento del sistema inmunológico, ya que las proteínas participan en la formación de anticuerpos y otras defensas del cuerpo. También son esenciales para la producción de enzimas y hormonas que regulan diversas funciones fisiológicas.

Las proteínas pueden encontrarse en alimentos de origen animal, como carnes magras (pollo, pavo, res y cerdo), pescados, huevos y productos lácteos (leche, yogur y queso). También están presentes en fuentes vegetales como legumbres (lentejas, garbanzos, frijoles), frutos secos, semillas (chía, girasol, calabaza), quinoa y productos derivados de la soja (tofu, tempeh). Sin embargo, dependiendo de las necesidades individuales, la proteína en polvo puede ser una mejor opción en ciertos casos. Por ejemplo, para deportistas con altos requerimientos proteicos, personas con poco tiempo para preparar comidas ricas en proteínas o aquellos que buscan una digestión más rápida tras el ejercicio, los suplementos proteicos pueden ser una alternativa eficaz y práctica.


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