Todos hemos pasado por ese momento incómodo en el que intentamos recordar el nombre de alguien y, por más que lo intentemos, simplemente no llega a nuestra mente. A veces ocurre con conocidos recientes, otras con personas que hemos tratado durante años. ¿Por qué sucede esto? Aunque pueda parecer un simple descuido, hay razones más profundas detrás de este fenómeno que involucran nuestra memoria, nuestra atención e incluso nuestro cerebro.
Factores que influyen en la memoria
Es importante tener en cuenta que estos episodios no se limitan únicamente a los nombres de las personas, sino que también pueden ocurrir con el nombre de una calle, el título de una película o incluso una contraseña que usamos con frecuencia. La frustración de no poder recuperar una palabra en el momento justo puede generar inquietud y hacernos dudar de nuestra memoria. Sin embargo, estos olvidos tienen explicaciones científicas y forman parte del funcionamiento normal del cerebro, aunque en algunos casos pueden estar vinculados a otros factores que vale la pena conocer.
El ritmo de vida acelerado, la hiperconectividad y la sobrecarga de información a la que estamos expuestos diariamente tienen un impacto directo en nuestra memoria. Asimismo, el estrés crónico y la cantidad de estímulos simultáneos dificultan la concentración y la retención de datos, lo que explica por qué cada vez es más común olvidar nombres, direcciones o incluso tareas pendientes. También, la falta de atención en el momento presente y la tendencia a dividir la energía mental en múltiples actividades generan una sensación de dispersión constante.
El psicoanalista José Abadi explicó en una entrevista con LA NACION: “los olvidos cotidianos se relacionan con una alta tensión emocional, mucha agitación y dispersión. Se empieza a hablar de un tema y rápidamente se pasa a otro, pero la mente está ocupada en otra cosa, mientras se deja lo que hay que hacer. El tener tantas cosas en la cabeza lleva a la dificultad de focalizar en una idea, porque la energía está puesta en diferentes representaciones en forma simultánea”. Sin lugar a dudas, esta reflexión pone en evidencia cómo el funcionamiento de la memoria está influenciado por el contexto en el que vivimos.

Anomia: el fenómeno de no encontrar la palabra correcta
Otro aspecto clave en la dificultad para recordar nombres es el fenómeno de la anomia, un término utilizado en neurociencia para describir la incapacidad momentánea de evocar una palabra específica en el momento justo. Esta situación, que suele generar frustración, puede ocurrir en cualquier etapa de la vida y no necesariamente indica un problema grave de memoria, sino más bien una desconexión temporal en el acceso a la información almacenada en el cerebro. Según María Roca, coordinadora científica de la Fundación Ineco, “la dificultad en la evocación de una palabra en un momento determinado es un fenómeno que se conoce como anomia en el mundo de la neurociencia. Este tipo de fallas aparecen en cualquier etapa de la vida. La buena noticia es que no hay que alarmarse”.
¿Cuándo debemos preocuparnos?
En la mayoría de los casos, olvidar nombres, fechas o detalles de la vida cotidiana es algo común y no representa un problema grave. Sin embargo, cuando estos olvidos comienzan a ser más frecuentes, afectan las actividades diarias o vienen acompañados de desorientación y confusión, es importante prestarles atención. Algunas señales de alerta incluyen:
- Olvidos que interfieren con el trabajo o la vida social.
- Dificultad para seguir conversaciones o perderse en medio de una frase.
- No reconocer a personas cercanas.
- Desorientación en lugares familiares.
- Repetir las mismas preguntas o historias varias veces en poco tiempo.
Si se presentan estos síntomas, es recomendable consultar con un profesional de la salud para una evaluación adecuada y, si es necesario, tomar medidas preventivas.
Cómo mejorar la memoria y reducir los olvidos
Si bien el envejecimiento es un factor natural en el deterioro de la memoria, existen algunas estrategias para fortalecerla y minimizar los lapsos de olvido, según expertos:
- Ejercicio físico: mejora la circulación sanguínea y favorece la oxigenación del cerebro.
- Alimentación saludable: consumir alimentos ricos en omega-3, antioxidantes y vitaminas del grupo B ayuda a la función cognitiva.
- Ejercicios mentales: resolver crucigramas, aprender un nuevo idioma o practicar juegos de memoria pueden mantener el cerebro activo.
- Técnicas de atención plena: la meditación y la respiración consciente mejoran la concentración y reducen el estrés.
- Organización y uso de herramientas: anotar tareas y recordatorios en una agenda o aplicación ayuda a reducir la carga mental.
- Dormir bien: el descanso adecuado es fundamental para consolidar recuerdos y mejorar la memoria.